miércoles, 22 de mayo de 2019

CREADOR DE SOLUCIONES

Quizá este sea un título muy pretensioso. Lo cierto es que consideraba más acertado considerarme como un “buscador de soluciones”, aunque pienso que encontrar algo oculto que resulte ser la panacea a determinados males y que estaba ahí, esperando ser descubierto, es algo más propio de los científicos. A mi me va más eso de la construcción, uniendo piezas una a una hasta darle forma a aquello que pueda resolver alguna de nuestras necesidades personales del día a día.
A menudo hay personas que suelen preguntarse si un determinado talento nace con la propia persona o se hace por medio del aprendizaje y las vivencias personales. Aunque hace poco compartieron conmigo una frase que me llamó la atención: “uno nace como nace y luego hace lo que haga falta”.
He sido alguien que siempre ha creído en las personas y en su capacidad de hacer cualquier cosa que se propongan si le ponen ganas. Y a menudo, las ganas deberíamos ponerlas nosotros o será la propia necesidad la que pueda forzarnos a ello. Así, hay personas que se dejan llevar y se esfuerzan por aprender a resolver cualquier situación que les sobrevenga porque no tienen ascos ni miedo; simplemente porque creen que pueden hacerlo.
De este modo, me siento especialmente satisfecho de manejarme en ámbitos muy diversos como la informática, la cocina, el dibujo, la escritura, el diseño, la soldadura, el bricolaje, el deporte, la jardinería, los cuidados y atenciones personales, la organización… Porque el interés y la necesidad me condujeron a ello, convirtiéndome en una persona muy polivalente, creativa y con gran capacidad de adaptación, es decir, convirtiéndome en esa “navaja suiza humana”.
Desde bien pequeño me ha gustado la buena organización, la planificación, el análisis y los retos, y con la formación que he ido adquiriendo a lo largo de los años, en especial la última que he estado cursando, me ha conducido a aprender a desarrollar soluciones para los problemas y dificultades que me he ido encontrando por el camino. A menudo, estas son comunes con otras personas y tras compartir ideas, opiniones, puntos de vista, inquietudes, dudas… he sido capaz de generar alternativas muy interesantes y he acabado por afianzarme en algo que hace años tuve claro que era el camino que quería seguir. Me encanta hacer proyectos que contribuyan a resolver las necesidades de las personas. Ahora solo me queda empezar a poner en marcha esta capacidad para acabar de convertirme en ese “creador de soluciones” que quiero ser de mayor.
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jueves, 2 de mayo de 2019

LO QUE APRENDÍ DE MIS PADRES

Estaba hablando hace unos días con un amigo sobre la educación de las hijas e hijos y las responsabilidades que implica. A menudo acudimos a escuelas de padres, leemos libros, nos preocupamos por elegir la escuela a la que van a ir, las amistades que tienen, los contenidos televisivos que ven; queremos que tengan lo que nosotros no pudimos tener o evitarles malas experiencias como aquellas que nosotros pudimos haber vivido… Todo para procurarles lo mejor y que así tengan un buen porvenir.
Entre la conversación, al fin y al cabo nos dábamos cuenta de la infinita cantidad de variables que no podemos controlar y que finalmente acaban haciendo que la descendencia tome un camino propio, más o menos condicionada por lo que nosotros pretendamos haber querido inculcarles o desear para nuestros hijos e hijas. Aunque repasando la influencia o aquello importante que podíamos haber adquirido de la educación recibida en casa, en nuestro caso tampoco había mucho más que pudiésemos reseñar que algunos valores.
Por ejemplo, de mi padre, aprendí a ser honrado y trabajador. Me inculcó que a menudo es mejor hacer las cosas por uno mismo que mandarlas hacer a otras personas. Y quizá esto mismo me ha llevado a aprender a hacer de todo sin necesitar prácticamente de nadie para buscar las soluciones a mis problemas o retos que yo mismo me he creado. También me inculcó el hábito de madrugar para ir juntos al trabajo y eso es algo que he mantenido muchos años después de dejar aquella fábrica en la que me introduje con él al mundo laboral.
De mi madre, aprendí a ser constante, fuerte y tener carácter para no dejarme pisar por nadie, resistiendo todas las adversidades que la vida me pudiese deparar. Aprendí también a ser ordenado y responsable. Igualmente me transmitió la inquietud de buscar una parte espiritual y preocuparme por las demás personas tratando de ayudar al prójimo. Con ello aprendí a valorar lo que se tiene, dando gracias por ello, dado lo efímero de este mundo.
Si rasco un poco más allá, indirectamente de ambos acabé aprendiendo a no cargar con la mochila del reproche; a pensar bastante antes de tomar decisiones y asumir las consecuencias de ellas; a pagar mis deudas con diligencia y controlar mis cuentas, a tener cuidado sobre en quién confiar y a ser directo y sincero…
¿Y tú? ¿Qué aprendiste de tus padres?
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