lunes, 16 de enero de 2017

SEX AND ME

Ya he comentado en más de una ocasión los principales motivos por los que escribo novela erótica, que giran en torno a un reto personal con un concurso determinado del que igualmente he escrito en otras ocasiones, pero también he de decir que me gusta el sexo; disfruto con él aunque no siempre ha sido así.
Debo aclarar que nunca he sido una persona de esas que van de flor en flor o a la conquista de mujeres diversas por cuyos logros vanagloriarse después ante sus amigotes. Tampoco soy quién para dar lecciones de sexualidad ni una persona experimentada a la que le falten dedos en las manos para contar las parejas sexuales que haya tenido, pero soy una persona que me analizo a mí mismo, observo y escucho a los demás y siempre trato de superarme.
Siempre fui un chico tímido al que le apabullaba especialmente relacionarse con las chicas y además consideraba el sexo como un pecado, pasado del que ya estoy escribiendo en mi última novela. Pero con el tiempo y la vida en pareja, conseguí desprenderme de todo ese lastre ocasionado por mi carácter y las creencias de otros que me fueron inculcadas. Tal ha sido mi liberación en este sentido, que para mí en la sexualidad prácticamente no hay más límites que los que decidamos acotar en la vida conyugal. Me considero una persona de mentalidad muy abierta y tratándose del placer del sexo, todo tiene cabida, tanto, que incluso siento que es algo que trasciende más allá del cuerpo físico y de la mayoría de creencias y costumbres humanas.  Con esto percibo que soy una persona verdaderamente libre.
El sexo me parece algo fantástico, con lo que disfrutar, relajarse, aliviar tensiones, hacer ejercicio, experimentar, ser creativo y sentir el placer, pero sobre todo, lo mejor es compartirlo con la persona amada y poder experimentarlo con total confianza.

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