Dicen que redondo también es una forma y lo cierto es que hasta hace poco estaba empezando a coger cierta forma de albóndiga o bombona de butano, como quiera llamarse. Nunca había pesado tanto aunque a veces me había aproximado. He de decir que soy una persona bastante activa. Camino diariamente un mínimo de cuarenta minutos, también suelo hacer excursiones, algo de padel o squash, patinar o ir en bici, pero aún así, tiendo a engordar porque soy muy goloso y comilón. De una sentada, me puedo comer tranquilamente una tableta de turrón o chocolate y/o una tarrina de helado de 800gr sin inmutarme. Disfruto comiendo, sintiendo la boca llena y también experimentando en la cocina y probando siempre recetas nuevas. Y claro, sumando, sumando… Llega uno a preguntarse porqué no le caben los pantalones. Por suerte suelo coger peso igual de rápido que lo pierdo, pero últimamente he cogido más que perderlo.
También ha influido enormemente en mi estilo de vida la paternidad. Ante salía todos los fines de semana a hacer una rutas senderistas o en bici bastante intensas pero tras el nacimiento de mis hijos, toda esta actividad ha quedado reducida a visitas a parques y leves paseos en bicicleta con sillita y bebé a bordo. También porque así lo he querido, dado que podría haber seguido quedando con la gente con la que iba antes pero prefería estar con mi familia. De vez en cuando también he enganchado un remolque a la bici, y con los dos peques dentro, hemos hecho alguna ruta mayor, pero no han sido muchas ni ha habido constancia.
Y un día, de pronto, viendo que mi mujer empezaba a hacer rutinas diarias en bici o a pie tempranito, antes de que los peques se levantasen para ir al cole o después de dejarlos, decidí sumarme a la iniciativa, pero claro, no disfruto tanto con el ejercicio como comiendo. No me cuesta madrugar para escribir o estudiar, pero madrugar para hacer ejercicio, es otra cosa. Alguna temporada lo he hecho para hacer una tabla de ejercicios, pero con el tiempo, mi constancia para este menester decae.
Con la llegada del veranito, decidí sacarle algo más de jugo a esa bicicleta que me compré hace cuatro años y que salvo con la sillita o el carro, poco más he utilizado. Para tratar de lograr la constancia con el ejercicio, me busqué a un amigo que vive cerca de casa para salir por las mañanas antes de ir a trabajar. Hasta hace unos años contaba con gente para salir los fines de semana, pero me he ido desconectando tanto del mundillo, que ahora no conozco a nadie más con quien salir con la bici y menos aún en este horario. Mirando atrás, me doy cuenta de que ya hace siete años que no practico el “mountainbike”.
Tener a alguien con quien ir hace las salidas más amenas, se combate la pereza y también da mayor seguridad. Pero en poco más de una semana, me volví a quedar solo porque este amigo sufrió una lesión. Lo cierto es que yo siempre he hecho rutas de montaña en bici acompañado porque me he metido por unos sitios por los que es mejor no ir solo por si pasa algo y menos a mi edad, pero bueno, por el momento trato de seguir siendo constante y aún así estoy saliendo aunque sea solo.
He disfrutado mucho redescubriendo la montaña, el amanecer, los animales que surgen a mi paso. En menos de un mes, he llegado al peso que tenía antes de tener pareja y ser padre y tras el ejercicio me invade una sensación de bienestar y tranquilidad que me gusta. Me siento bien; me veo bien y esto me motiva a continuar levantándome temprano un día tras otro para coger la bici. Poco a poco voy reencontrando esa forma física que tenía antes con ella. También me agencié una pulsera de actividad y una aplicación con la que registrarlo todo con el móvil y lo cierto es que dotar al ejercicio de este componente tecnológico que tanto me gusta también contribuye a alimentar mi motivación.
Pero claro, al aumentar mi actividad física y madrugar un poco para dedicarme a esta actividad, ahora mismo me quedan pocas ganas para estudiar o escribir. Además ha bajado mi motivación para hacerlo. Me gustaría poder compaginarlo todo, pero por el momento estoy bastante concentrado en eso de “coger forma”. Quién sabe si es mi manera de afrontar la llamada crisis de los 40 y los achaques que empiezan a mostrarse por este cuerpo que ahora necesita de mayores cuidados y atención.
Dejemos pasar un poco de tiempo a ver cómo queda todo esto y si encuentro las ganas y la manera de organizarme mejor.
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