El hecho de tener una carrera universitaria o haber aprobado una oposición, no implica ser mejor o tener más mérito que aquellas otras personas que no lo han hecho. Aun así, seguramente habrás podido escuchar en alguna ocasión a alguien diciéndole a otra persona “haber estudiado”. Tal vez te lo han dicho a ti o también puede que seas tú quien lo hayas dicho.
En un primer lugar, podríamos decir que está feo, que puede otorgar un aire de superioridad de quienes han estudiado frente a quienes no, al igual que podría ser una forma de menosprecio sobre quienes no han cursado estudios superiores.
Poder haber estudiado una carrera o una oposición, implica en un primer lugar tener capacidad, tiempo y dinero para estudiar y estos pueden ser auténticos privilegios para muchas personas. Aun así, pensemos qué pasaría si todos hubiésemos estudiado una carrera y, por ejemplo, fuésemos cirujanos, notarios, banqueros, ingenieros, arquitectos o funcionarios de un cuerpo de seguridad… y solo considerásemos trabajar en aquello que hemos estudiado. Preguntémonos ¿Quién colocaría los ladrillos para formar las paredes de nuestra casa? ¿Quién se encargaría de recogernos la basura o limpiarnos el chalet? ¿Quién se metería bajo tierra para extraer los minerales necesarios para forjar un bisturí con el que operar? ¿Quién nos cultivaría las verduras para comer? ¿Quién fabricaría la silla sobre la que sentarnos? Y así, mil preguntas más cuyas respuestas solo recaen entre aquellos que no han estudiado una carrera y que se pasan la vida en una fábrica, o realizando tareas agrícolas, o levantando paredes o limpiando calles y cunetas de las carreteras y de quienes dependemos para mantener nuestro estado de confort y bienestar.
Quizá, estas profesiones que algunas personas podrían considerar poco atractivas o menospreciables, en algún futuro puedan hacerlas máquinas gobernadas con inteligencias artificiales, pero por el momento, dependemos unas personas de otras y, por consiguiente, toda profesión merece su respeto y reconocimiento.
Tal vez esto aún son errores que mantenemos arraigados como una sociedad todavía estancada en la que damos mayor valor a unas profesiones que a otras, cuando todos formamos parte de un mismo organismo. ¿Qué es más importante, la mano, el ojo, el intestino, un riñón…? Para funcionar adecuadamente, cada parte cumple su cometido y sin ella, ya nada marcha igual.
Así que, aunque pueda tener mucho mérito el hecho de haber tenido una buena carrera académica, es mejor dejar de vanagloriarse diciéndoles a otras personas esas palabras de “haber estudiado” porque la mayoría de las veces no conoceremos con detalle lo que hay detrás de cada persona, sus recursos, capacidades, intereses, necesidades, problemas, prioridades o situaciones familiares y al fin y al cabo, debemos agradecer todo lo que personas como ellas, sin estudios, han hecho por levantar y mantener esta sociedad.
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