lunes, 22 de abril de 2019

HABLAR O NO HABLAR

Soy un tipo de apariencia seria y muy formal, o al menos así me consideran aquellas personas que me conocen de manera algo superficial. También puede decirse que soy muy poco hablador, y menos aún en público, hecho que refuerza mucho más todavía esta imagen de persona sumamente seria.
En algún momento, el hecho de no pronunciar bien la “R”, que me da una forma de hablar muy característica y que incluso ha llevado a algunas personas a creer que soy de procedencia extranjera, quizá ha propiciado que limitase mi expresión verbal. Aunque si hay algo que ha marcado más mi capacidad comunicativa, ha sido esa timidez que, por más que me esfuerce en combatir, sigo teniendo agazapada en algún rincón del fondo de mi ser y que a menudo me ha hecho desear ser una persona invisible.
De algún modo, me cuesta entender lo que consideraría una imperiosa necesidad de tener que hablar de algo, aunque sea trivial, como si el silencio nos incomodase; como si buena parte de esas palabras que circulan en el interior de nuestro pensamiento tuviesen que salir para no aglomerarse dentro de la cabeza y generar más desorden y caos. Aunque eso sí, es posible que filtremos mucho lo que vamos a decir y en consecuencia, esos pensamientos más nuestros, más íntimos, trascendentes, verdaderos e interesantes, queden por salir y las personas prefieran hablar de fútbol, del tiempo, de moda, cotilleos o incluso política, antes que de sí mismas o sus propias impresiones sobre lo que su interlocutor pueda generar en ellas, que es precisamente lo que más me interesaría escuchar.
Por otro lado, algunas veces siento cierta necesidad de hablar, bien por tratar de hacerme ver, darme a conocer, o por buscar la manera de conectar con el otro, o porque puedo pensar que a la otra persona le incomode el silencio. Y es en este momento, cuando las palabras en combinación con el deseo de expresarlas y la misma timidez, provoquen que salgan atropelladamente de mi boca. Así hablo rápido, quizá para no extenderme demasiado y provocar el aburrimiento o por no hacer perder tiempo a los demás ni el mío propio.


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jueves, 18 de abril de 2019

UN MUNDO POR DESCUBRIR

Es cierto que yo no he descubierto nada y que muchas otras personas antes que yo sí lo han hecho. También es cierto que las llamadas redes sociales me aburren mucho, pero hace relativamente poco me adentré en Instagram, la que dicen ser la red social estrella entre los más jóvenes. Aunque yo ya soy un “puretilla”, lo cierto es que a través de ella he podido ver la gran cantidad de maravillosos rincones que alberga este mundo.
Me hace sentir un privilegiado vivir en planeta tan bonito, aunque algunos de estos lugares no me sean accesibles para visitar, pero que gracias a las visitas de otras personas y las fotos que suben a la red, permite a muchos otros como yo viajar hasta esos recónditos y maravillosos espacios desde la pantalla de su ordenador y quizá soñar.
Aunque esto también parece tener algún inconveniente: Dicen de esta red social que dos de cada tres de sus usuarios se sienten miserables porque de un vistazo pueden ver vidas supuestamente mejores que las suyas. Es cierto que permite acceder a ver las mansiones, coches y nivel de vida de mucha gente adinerada, pero es algo que no me hace los dientes largos y que ni tan siquiera atrapa unos segundos de mi tiempo. Como todo lo que cada persona ve, es opción de cual elegir lo que desee ver a través de la pantalla de su ordenador o teléfono.
Por otro lado, esta red social también permite vislumbrar el sueño de convertirse en “influencer” a través de imágenes y videos que consigan contar con miles de seguidores que a su vez permitan a unas pocas personas vivir solo de las fotos que suben, pero la realidad a veces es otra y llegar a este nivel también debe implicar lo suyo o queda fuera del alcance de la inmensa mayoría.
También dicen de este mundo fotográfico que a menudo es irreal porque solo recoge nuestros mejores momentos, nuestras mejores poses, mostrando al mundo únicamente aquello que queremos hacer ver de nosotros y que a menudo esto no se corresponde con nuestra realidad cotidiana. Aunque tampoco es mi caso. Soy persona que  suelo subir únicamente las pocas fotografías que tomo con mi móvil sobre lugares visitados, animales o mis propias creaciones, porque lo cierto es que por el momento no me atrae la idea de hacerme ver posando en la red para alimentar mi propio ego.
Aun así, me resulta curioso su funcionamiento: Cientos de fotografías de muy diverso tipo se suceden sin más permitiendo concentrar unos escasos segundos en aquellas que susciten nuestro interés y manifestarlo con una doble pulsación sobre ella para pasar a la siguiente, y a la siguiente…
Y ha sido escribiendo estas líneas cuando he ido percibiendo como últimamente también ha decaído mucho mi interés por esta red social. Veo algo problemático invertir demasiado tiempo pasando fotos sin más y a menudo puede robar buena parte de nuestro tiempo, aunque cada cual elige con qué lo invierte. Por mi parte, el tiempo que acabo dedicándole, queda relegado a cuando me invade el aburrimiento o me siento en la taza del váter.
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miércoles, 27 de febrero de 2019

MIS EDADES

Empiezo a tener ya una edad que cuando me preguntan cuantos años tengo, he de pararme unos segundos para acordarme de ella o detenerme a pensar y calcularla en función de mi fecha de nacimiento. Aunque indistintamente de la edad física que pueda tener mi cuerpo, en mi ser percibo que poseo otras edades diferentes.
Siento que tengo lo que podría llamar una edad mental de 70 años, porque tengo una forma de ver el mundo como si hubiese alcanzado una experiencia propia de esa edad y ya hubiese dejado de lado aquellas cosas irrelevantes o de poca trascendencia, buscando tranquilidad; a su vez, siento que tengo una edad intelectual de 20 años, porque estoy muy abierto al mundo, al cambio, a las posibilidades infinitas que existen. Conservo una mente muy plástica y abierta y sigo interesado por aprender, haciendo que le esté sacando buen rendimiento a esta capacidad. También siento que tengo una edad hormonal de unos 17 años porque soy muy activo, vigoroso, enérgico, rebelde, nervioso y lleno de vitalidad.
Me quedaría por calcular una posible edad biológica en función del estado físico en que se encuentra mi cuerpo, que aunque conserva bastante agilidad, está en buena forma y puedo decir que tengo unas 54 pulsaciones por minuto en reposo, alguna vez se resiente con el paso de los años que lleva a cuestas.
¿Cuál es tu edad?
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sábado, 23 de febrero de 2019

El tanga y yo

La naturaleza me dotó de tanto pelo en el cuerpo como alguno de los primates de los que parece que surgimos. Es posible que mi organismo estuviera genética y físicamente preparado para la llegada de una glaciación porque quizá la naturaleza no tuvo en cuenta que la acción del ser humano sobre la tierra podría producir tan dispar cambio climático.
Por tratar de generar una imagen ilustrativa y visual en la mente de la persona que pudiera leer estas líneas (aviso que quizá para alguien pueda resultar repelente), podía afirmar que, si hubiese llegado a ponerme un tanga de color fosforito como el del chaleco de un guardiacivil, este habría sido invisibilizado y oculto por la selva negra del pelo que cubría hasta esos lugares más recónditos de los pliegues del cuerpo.
En su momento, cuando era bastante más joven, esto me afectó negativamente porque llegó a generar algunas burlas de otras personas, aunque con el tiempo aprendí a aceptarlo y quererme sin que llegase a importarme, incluso siendo capaz de hacer bromas sobre mí mismo como la anterior.
Nunca me preocupó tener pelos en el culo salvo por la ignominia de tener que limpiarlos cada vez que los intestinos acababan de finalizar su función. Lo cierto es donde más me molestaba verme pelos era encima de los hombros, aunque eso también dejó de preocuparme porque tampoco era algo que fuese exhibiendo por ahí. Hasta que un día llegó una mujer a mi vida y me presentó el color de la piel desnuda y con él llegaron más calores que se fueron sumando a los del cambio climático.
Nunca me atrajo mi físico y menos aún la idea de exhibirlo porque el cuerpo masculino para mí no resulta algo especialmente atractivo de ver, en parte por la cultura entorno a los pelos en lugares distintos a la cabeza, pero en particular por ese colgajo que la naturaleza dejó suspendido a merced de las fuerzas gravitatorias y entorno al cual alguna fuerza misteriosa hizo que girase el mundo. Por ello, opté siempre por el bóxer que convertía en discretos estos volúmenes más o menos grandes del varón y no realzaban lo que alguna paloma mensajera llamó “paquete”.
Unos años más tarde, sobrevino una crisis mundial y con ella me llegó a mí la de los 40. “Hay que cuidarse”. Y si poco antes me habían presentado a esa cera de la que tanto parece que reniegan algunas mujeres, empecé a convertirme en lo que en su momento alguien decidió llamar metrosexual (porque no tuvo la imaginación de buscar otra palabra y eso relacionar el sexo con tenerla “de metro” debió quedarle muy bien para engrandecer su virilidad ante unas acciones hasta entonces relegadas a la mujer). Cuidar la alimentación, algo de ejercicio… ¡Y zas! Seguimos la tendencia en imagen personal y me freí los pelos con láser, hasta los de ese recóndito lugar. Es una gozada no tener que estar media hora restregando papel para que no quede rastro del paso de la mierda. Ahora Don Limpio o quien se atreva puede hacer la prueba del algodón.
Ver el color y tacto de mi propia piel me resultó atractivo. Parecía que estuviese estrenando cuerpo. Aunque parezca una tontería, para mí contribuía a querer cuidarme más, pero soy persona que disfruta especialmente con la comida y el esfuerzo por el culto al físico pronto decayó rendido ante los deseos del paladar.
Fue con el peso de la edad, la acción de las fuerzas gravitatorias, la rutina en la cama y los niños llamando a la puerta de la habitación, cuando antes de recurrir a la viagra, quise llamar al deseo. Así exprimida la creatividad en las novelas eróticas que escribí, invité a mi mujer a que se pusiese un tanga para izar el mástil del que colgar la bandera de la victoria del varón. Pero ella lo tuvo muy claro: “te lo pones tu”.
Y tras tratar de insistir y obtener la misma respuesta, sin más dilación, di el paso y eso hice. Pero claro… Que digan lo que quieran pero para mí no luce igual. Así que si buscaba despertar deseo alguno (no el de “la parienta”), había que hacer algo más. Esto me llevó a querer trabajar un poco más el físico.
Ahora me pongo un tanga, miro en el espejo ese culito que empieza a coger forma y algo me dice “hay que lucirlo”, “hay que hacer más ejercicio”. Además me da un toque informal, transgresor, moderno, desenfadado, atrevido para una persona aparentemente muy seria y formal. ¡Todo sea por alimentar el deseo! ¿Será un intento pasajero? ¿Servirá para algo? No sé, pero alguien ha empezado a querer cambiar su repertorio de ropa interior. Por mi parte, le doy algo de razón a mi pareja. No a todo culo puede lucirle bien y lo que se dice cómodo del todo no es, pero tampoco he encontrado gran repertorio ni he querido invertir mucho dinero. Marcas y modelos habrá y costuras ausentes también, pero al igual que los guantes en el trabajo todo será cuestión de acostumbrarse. ¿Será compatible con la práctica del ciclismo de montaña?

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martes, 19 de febrero de 2019

RULETA POLÍTICA

Nunca entendí ni me interesó la política, hasta tal punto era así, que no sabía distinguir la izquierda de la derecha política y podría haber estado desayunando con el mismo presidente de cualquier superpotencia mundial sin reconocerlo. Es más, aunque me guste escribir, siempre me he considerado persona más de acción que de palabras y promesas que tanto parece que abunden en este campo.
Desde bien joven he tenido mis inquietudes y he sentido el deseo de querer contribuir a mejorar mi entorno porque tampoco me va eso de quejarme sin hacer nada. Por ello, estuve desempeñando acciones de voluntariado durante veinte años; también trabajé en una ONG otros quince, todo desde la sombra, sin mayores pretensiones, pero esto solo me parecían pequeños parches que no acababan solucionando la gran variedad de problemas de las personas que acudían a estas entidades.
Pese a mis limitaciones personales, yo creí que tenía mayor potencial, que podía hacer algo más o mejor y un día alguien me dijo: “Tu serías un buen político”. Así que superando posibles prejuicios políticos inculcados por el entorno y asumiendo mi ignorancia sobre este campo, decidí mover ficha pensando que de algún modo podía aportar lo mejor de mi para contribuir a paliar esas situaciones de dificultad desde otro nivel.
Por este motivo he decidido presentarme a las elecciones municipales. No sé si tendré cabida en este mundo ni si me gustará lo que vea en él o podrán ponerse en marcha algunas de las ideas que personas como yo puedan aportar o podamos recoger de la ciudadanía. Soy consciente que pocas personas me conocen. Tampoco soy persona que haya querido hacerme ver, pero soy de los que dan la cara por lo que creen y lo que hacen. He de decir que soy trabajador, muy organizado y honrado, que me gustan las personas y estoy dispuesto a servir a los demás. Me gusta pensar, analizar y enfrentarme a retos y dificultades.
Así que si estás dispuesto/a únicamente a apoyar mi posible candidatura dentro de la plataforma ciudadana con la que voy a presentarme, indistintamente del partido al que quieras a votar el día de las elecciones, podrás hacerlo inscribiéndote en http://www.guanyaralcoi.com/primaries-de-guanyar-alcoi/. Estas votaciones serán del 25 al 27 de febrero de forma telemática o presencialmente del 28 de febrero al 3 de marzo.
Guanyar no es un partido político. Es una plataforma ciudadana formada por todas aquellas personas con inquietudes que buscan una nueva forma de hacer política por medio de la participación de la ciudadanía, de manera más democrática y transparente.
Puedes informarte de sus principios y código ético en esa misma web.
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sábado, 16 de junio de 2018

UN CURSO MÁS O MENOS

Este año ha sido uno de los más intensos de mi vida pero estoy realmente encantado con ello y con mi capacidad para mantener el ritmo. Este curso acaba. Ahora se acerca el verano y aunque me apetece mucho desconectar, sé que también voy a echar de menos a mis compañeros, las profes y las clases.
Ha sido una experiencia realmente emocionante, maravillosa como pocas y ahí han estado mis compañeros a los que doblaba en edad ayudándome para que me sintiera integrado y útil para el grupo. Lo cierto es que me habría gustado mucha más interacción con ellos, pero entre mi timidez, toda la actividad que he ido soportando a lo largo de cada día y mis deseos de acabar para ir a casa y estar con la familia, me han limitado bastante.
He aprendido mucho y he recibido un trato excelente por parte de todos, dentro de un ambiente familiar muy agradable. Retomar estudios a esta edad me ha parecido mucho más útil, productivo y gratificante que hace unos años, cuando prácticamente no sabía qué hacer con mi vida. Ahora ha sido una elección vocacional muy acertada de la que espero sacarle mucho partido. He de decir y repetir que he disfrutado mucho más que cuando estudié hace veinte años, aunque nunca haya parado de hacer cursos diversos. Lo recomiendo enormemente a quien aunque ya tenga unos añitos, pueda plantearse volver a estudiar.
Espero aprovechar el verano y aunque aún no ha arrancado, ya estoy deseando volver a retomar el próximo curso con mis compañeros, que han sido todos sin excepción de lo mejor que he conocido este año.
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sábado, 31 de marzo de 2018

VACACIONES

Por fin han llegado las vacaciones, o al menos las estudiantiles, porque por las mañanas sigo trabajando. Llega a durar unos días más el trimestre y… Podría haber cometido alguna locura. ¡Y menos mal que no tengo muchos deberes y trabajos que hacer durante estos doce días de vacaciones! sino…
Si describo la que ha estado siendo mi rutina habitual durante estos meses, debo empezar por la hora a la que me levantaba (y me sigo levantando): las 6:00h de la mañana, aunque algunos días unos minutos más tarde. Solía coger la bici a las 6:15h y hacer cualquiera de las rutas de montaña que conozco durante una hora. A esas horas todo está oscuro y en la montaña sólo se percibe el sobresalto de algún animal adormilado o la mirada de otros siguiendo tus movimientos. Hasta que llegó la época de los primeros exámenes y con ella el invierno. Entonces cambié la bici por estudiar y hacer deberes. Ahora he retomado la bici.
Después me duchaba hacia las 7:30h, me vestía y desayunaba unos cereales o un pequeño bocadillo en diez minutos y salía de casa a las 7:50h para coger el coche e ir a trabajar. Antes iba siempre a pie, pero ahora tengo que coger el coche porque conecto el trabajo directamente con los estudios. A las 8:00h u 8:01h me ponía a trabajar sin pausa y sin intermedio hasta que a las 14:25h me ponía a comer en el trabajo delante del ordenador siguiendo con las últimas tareas del día.
Seguidamente volvía a coger otra vez el coche para recoger a un compañero por el camino, dirigirnos a clase y entrar a las 15:15. Empalmaba una asignatura tras otra hasta las 21:10h, hora a la que dejaba atrás mi jornada estudiantil para volver a casa. Llegaba sobre las 21:50h.
Cuando llegaba a casa, entraba ya con un hambre que me comía hasta el marco de la puerta. Cenaba rápido mientras los niños correteaban a mi alrededor y después nos poníamos a lavarnos los dientes y notaba ya como los ojos desconectaban. Algunas veces leía un pequeño cuento o revisaba algunas tareas escolares. Hacia las 23:00h o 23:10h, procuraba estar ya en la cama, mi mujer con un niño y yo con otro, o a veces durmiendo solo. Ya con la luz apagada, me quedaba frito hasta que la alarma del móvil me volvía a sonar a las 6:00h de la mañana o me despertaba antes alguno de los peques por una calentura, un vómito o una fuga de pis. Y otro día más por empezar con idéntico ritmo.
Los fines de semana me levantaba un poco más tarde. Alrededor de las 7:00h. Si se terciaba y mi mujer no salía a caminar o a dar una vuelta en bici, nos dedicábamos unos minutos a la vida de pareja, sin tardar en escuchar un “mami” aproximadamente hacia las 8:00h. Haz deberes. Desayuna. Batallón de limpieza de dientes. Lucha para vestirse. Salida al parque hacia las 12:00h. Visita de seguimiento para completar mi jornada laboral y guardia por si hay incidentes, sábados, domingos y festivos ininterrumpidamente hasta las vacaciones de verano.
Regreso a casa hacia las 14:00h. Preparación de comida. Intento de siesta hacia las 16:00h. Continuar deberes y estudios. Paseo por la ciudad o película en la tele. Cena hacia las 21:30. Recogida de la cocina mientras los peques ven algunos dibujos. Escaramuza con la limpieza de los dientes hacia las 22:45h y vuelta a la cama.
Ahora por fin han llegado esas medias vacaciones, porque sólo trabajo por las mañanas y por la tarde… Lo que surja, pueda, me dejen o tenga que hacer, pero no esperéis mucho más de mí.
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lunes, 12 de febrero de 2018

ESTUDIAR Y TRABAJAR

Hasta hace unos pocos años gran parte de las personas dedicaban unos años para estudiar buscando asegurarse un buen futuro para toda la vida. Otros pasaban cuanto antes a incorporarse al mundo laboral tan pronto como podían para conseguir autonomía económica o porqué no se les daban bien los estudios. Y también hay un grupo como yo, que aunque estudiaron, también trabajaron y no siempre aquello en lo que lo hicieron coincidía con aquello que estudiaron o con lo que realmente querían hacer en su futuro, porque tampoco lo tenían muy claro.
A través del voluntariado, me inicié en el campo social y aquello me gustó; también me inició en la necesidad de hacer uso de la tecnología y poco después por mi mismo fui iniciándome en el mundo creativo. A demás del área social, informática, diseño y literatura son los otros tres campos en los que me siento profundamente interesado. Al retomar los estudios, he empezado por el área social que es la que más vinculada está a mi trabajo actual, pero no descarto estudiar algún día algo más relacionado con esos otros tres intereses personales que he ido aprendiendo por mí mismo.
Aunque estoy llevando bastante bien los estudios, incluso mejor de lo que me esperaba, porque implica empezar a trabajar a las ocho de la mañana y conectar directamente con los estudios hasta poco más de las nueve de la noche, esto ahora también implica mayor sacrificio personal, sobre todo en cuanto a la familia y al ocio se refiere o sobre la posibilidad de implicarse en otras actividades y proyectos.
Fácilmente podría decir que hay una época para estudiar y otra para trabajar, pero el contexto laboral es tan inestable, que a menudo vamos ver la necesidad de seguir formándonos. Y esto será importante si no queremos permanecer fuera del mercado laboral. Y aunque quizá no sea tarea del todo fácil e implique ciertos sacrificios, también puede ser una experiencia maravillosa, conociendo a muchas más personas, aprendiendo con ellas y viendo la posibilidad de crear un futuro diferente al que más o menos podríamos haber imaginado.
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lunes, 5 de febrero de 2018

FUERA DE SERVICIO

Actualmente, además de trabajar, también estoy estudiando, por lo que no dispongo de tiempo para actualizar esta bitácora. Tal vez publique alguna entrada si dispongo de tiempo para ello, pero lo más probable es que durante una larga temporada se mantenga completamente inactiva.
Si desean contactar conmigo, pueden utilizar el formulario de contacto disponible, que me llega al correo y es lo único que veo a diario, porque lo cierto es que por las redes sociales deambularé menos que nada y puedo tardar bastante en contestar o en leer los mensajes que puedan llegar por estas vías.
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lunes, 1 de enero de 2018

A VERY HUNGRY WOLF



NÚMERO DE PÁGINAS:
28
TAMAÑO:
24x21cm
IDIOMA:
Inglés
DESCRIPCIÓN:
Cuento infantil ilustrado. Particular adaptación del tradicional cuento de Caperucita Roja. Para edades de 3-6 años.
PUEDES CONSEGUIRLO EN ESTOS ENLACES:


PRECIO
  • Papel, tapa blanda
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  • Libro electrónico
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1,75€
SINOPSIS:
Un lobo hambriento vive allá lejos en unas montañas que han sido devastadas por los incendios. Buscando comida, decide marchar a la ciudad y por el camino se encuentra con una niña que busca flores para una actividad del colegio, pero el cuento ha cambiado mucho y tiene un mensaje importante que darnos.

*El número de páginas corresponde a la edición en papel y puede variar en los libros electrónicos
*Los precios pueden variar en función del cambio de divisa
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